JOAQUÍN REINA
CASTRILLÓN, SJ, nace en Chiclana de la Frontera, (Cádiz) era el 27 de noviembre de 1902
y muere en Málaga, el 1 de septiembre de 1975. Es el último de seis hermanos en
el hogar cristiano formado por D. Juan Reina Iglesia-Velarde y Dª Oliva
Castrillón y Pareja y en el que tres, de sus cuatro hermanas, profesan como
religiosas en la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús.
El ambiente
de familia cristiana va forjando su alma. La devoción a María Santísima que se
inicia cuando, siendo muy pequeño, le imponen el escapulario del Carmen, fue
creciendo en su alma y se fortaleció con el rezo del rosario en familia. Los
grandes acontecimientos de su vida coinciden con fiestas de la Virgen. Nace el día
de la medalla milagrosa. Lleva por nombre el del padre de la Virgen. Hace su
primera comunión el día de la Inmaculada...
Asiste
durante algún tiempo al colegio “Jesús, María y José” de las Hermanas de la
Caridad y algo después a unas clases particulares donde estudió hasta el primer
año del Bachillerato. Posteriormente entra en contacto con los PP Jesuitas.
Vocación religiosa y primeros años en la
Compañía de Jesús
La vocación
de jesuita se iba desarrollando en su alma y sus amigos íntimos eran Padres de
la Compañía de Jesús. Como asistía a las clases del Instituto de Cádiz, los
compañeros de estudios vislumbraron su vocación. Terminado el bachillerato y
acentuada su vocación, quería su padre que estudiara una carrera antes de
entrar en la Compañía. Se
resistía a empezar una carrera porque eso, según su parecer, le ataría a la
vida seglar y le ocasionaría dificultad para entrar pronto en la Compañía de
Jesús como deseaba.
Ingresa en la
Compañía de Jesús el 24 de septiembre de 1921, fiesta de Nuestra Señora de la
Merced, a los 18 años de edad. Es ordenado sacerdote en 1935 y hace la
profesión solemne de cuatro votos el día 2 de febrero de 1939, fiesta de la
Purificación de la Virgen.
Durante los
difíciles tiempos de la persecución religiosa en España, el P. Provincial
decidió que Joaquín y otros fuesen a vivir a un piso en Sevilla y aprovechasen
el tiempo, estudiando la carrera de Derecho en la Universidad.
Cursados los
tres años de Teología, Joaquín recibe las Sagradas Ordenes y celebra la primera Misa , primero
en su iglesia, unidos todos los del mismo tiempo. Luego pasan todos a sus
ciudades natales, a celebrar la
Primera Misa con sus familias. Joaquín la celebra en Cádiz, en la Parroquia de Santiago con sus padres y hermanos
Su primer
destino es Loulé (Portugal), donde es nombrado Ministro, es decir, ayudante del
P. Rector; Consultor de la Casa y Profesor de los Jóvenes jesuitas. Una vez
restablecida la Compañía de Jesús, vuelve a Andalucía: Málaga, Sevilla,
Huelva... siendo superior en varias de estas comunidades.
En 1940 el P.
Provincial lo destina a la residencia de Almería, donde, además de Ministro y
Consultor es nombrado Administrador económico de la Casa. Comienza en
esa ciudad su actividad apostólica: Ejercicios espirituales, retiros, misiones
rurales, Congregaciones marianas, Apostolado de la Oración, etc. cuidando de
manera especial la predicación, la atención al confesonario y sobre todo a la
dirección espiritual.
La espiritualidad el Padre Reina
La
espiritualidad del Padre Reina es la de un Hijo genuino de la Compañía de
Jesús. Sus grandes amores: el Corazón de Jesús y el inmaculado Corazón de
María. Del P. Francisco Cuenca, sj, superior suyo durante varios años es el
testimonio que sigue:
Semblanza
espiritual del P. Reina.
La considero definida en esta
frase: Era un hombre todo de Dios. El Señor lo llamó y eligió
para que llevara fruto, y su fruto permaneciera. La respuesta del Padre fue
pronta y decidida. Entró en la Compañía de Jesús, donde desde el Noviciado
hasta el momento de su muerte repentina, se esforzó generosamente por llevar
frutos abundantes de santidad personal y de los prójimos, según le pedía su
vocación. ¿Rasgos de su espiritualidad? Pura ascética ignaciana, la que alienta
en los auténticos Ejercicios de San Ignacio, y se condensa en las
Constituciones y Reglas de la Compañía.
Fue siempre el Padre de gran
austeridad de vida, abnegación, mortificación y de humildad extraordinaria.
Ejemplar en el cumplimiento fiel de sus obligaciones. Llevaba una vida interior
muy intensa: en oración y actos de piedad sencillos, pero rebosando amor de
Dios. Centro de su espiritualidad: Santa Misa y visitas al Santísimo. Sus
devociones más entrañables: al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen. Su caridad: sin
límites con todos, muy especialmente con los pobres. Su celo apostólico incansable
y de una diversidad múltiple, tanto en la dirección espiritual de las almas,
como en la predicación de la Palabra de Dios, en los Ejercicios Espirituales,
en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón. Él la vivía ardientemente,
y no perdía ocasión de contagiarla a los demás con todo fervor. Era el Padre
como el ascua viva que pega su fuego dondequiera que está.
El P. Joaquín Reina y su Obra
El 24 de mayo
de 1942, Solemnidad de Pentecostés, durante la celebración de la Eucaristía en
la que participaban algunas de sus dirigidas, tiene una fuerte experiencia del
Señor, de la que las hace partícipes una vez finalizada la misma: “Quiere el
Corazón de Jesús que forméis una Congregación dedicada a los más pobres, a
quienes debéis llevar el conocimiento y el amor de su Corazón”.
Actualmente,
la Congregación tiene abiertas dieciocho
casas, quince en España, dos en Monterrey N.L. (México) y una en Morales
Tarapoto (Perú), establecidas siempre en las zonas en las que viven los pobres
y continúa llevando adelante la finalidad específica del Instituto.
Su nombre: Siervas de los Pobres, Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, es la síntesis de su carisma: Vivir el misterio del Corazón de Cristo y llevar a los pobres el conocimiento y el amor de ese Corazón.
Muere en la brecha
Fidelísimo en
la obediencia y la humildad que San Ignacio pide de sus Hijos, sacrificado en los
ministerios sacerdotales, no rehusaba los centenares de confesiones de niños ni
de ancianos, ni los Ejercicios espirituales que le solicitaban; las visitas a
enfermos en sitios retirados, andando kilómetros, rehusando ofrecimientos de
coche…
Así era su
vida, teniendo ya 72 años. Hasta que el corazón tocó a su límite. Por
indicación del médico fue a casa del cardiólogo, acompañado de su Superior y de
otro Padre. En el pasillo del ascensor se sintió morir. Pidió la absolución a
su Superior y, habiéndola recibido, cayó muerto. El Rosario con el que rezaba
diariamente las tres partes de esa corona de la Virgen, se le cayó al suelo y
su Superior lo recogió como recuerdo de un santo.
Era un lunes,
día 1 de septiembre de 1975. La semana anterior había estado en el confesonario
mañana y tarde. Aquella mañana había celebrado Misa en su cuarto. Muy sonriente
y amable, con la misma paciencia que tuvo desde niño, respondió a las últimas
personas que hablaron con él, entre ellos la Superiora General
de las Siervas de los Pobres.
Murió pero vive
El Padre
Reina está en el cielo pero continúa viviendo en su Obra, en nuestros
recuerdos, en las luces recibidas por su medio, en las cartas que nos dirigió,
en nuestros apuntes, en nuestro modo de orar y de sentir, según él nos enseñó…
Su cuerpo
descansa en Almería, cuna del Instituto, del que fue Fundador.