NUESTRO COLEGIO

TIEMPOS HERÓICOS


A manera de introducción quiero expresar mi más profundo agradecimiento a las Siervas de los Pobres Hijas del Sagrado corazón de Jesús, y, muy especialmente a aquel primer grupo de religiosas capitaneadas por la Madre Luisa, que pusieron la primera semilla de entrega, de amor a los pobres.  
 
La cosa comenzó así. En el año 1.962 fui nombrado por el entonces Obispo de Jaén, Excmo. Sr. D. Félix Romero Mengíbar, Párroco de Santa Isabel.  
 
Cuando tomé posesión de la Parroquia me encontré con un barrio totalmente marginado. Familias hacinadas en cuevas, en unas viviendas sin agua y sin aseos. Como botón de muestra de la situación infrahumana de esta barriada, había un caserón..., que lo conocíamos por la Casa Grande. Vivian en esta casa unas cincuenta familias, entre payos y gitanos. En esta casa no había luz, ni agua. Carecía de aseos. Para paliar un poco esta situación de pobreza, las Conferencias de San Vicente de Paúl y Cáritas hicieron una gran labor, mitigando, dentro de sus pocas posibilidades, los grandes problemas de estas familias. 
 
Un día, no recuerdo bien ni el mes ni el año, se presentó el Sr. Obispo con un grupo de religiosas con la Madre General. Recuerdo que me preguntó si yo no tendría inconveniente que estas religiosas trabajaran en el barrio. 
 
Aquella noticia fue para mi de las mejores noticias que he tenido en mi vida. Fue para mí como un gran regalo de Dios. 
 
Pasó el tiempo, y yo creí que aquello era un precioso sueño que habla tenido. Un día, me llama de nuevo el Sr. Obispo, que las religiosas están a punto de venir, y que tenía que cederles la casa parroquial. Sin pensarlo dos veces dije que si. 
 
Me fui al Sagrario y le di gracias a Dios, porque lo que yo creía un sueño, se iba a transformar en una preciosa realidad. 
 
Pasados los primeros momentos de alegría, aparecen mis primeras preocupaciones. ¿Cómo se van a apañar en la casa? Porque no reunía muy buenas condiciones. La vivienda era muy pequeña, húmeda, fría; muy fría en invierno e insoportable por el calor en verano. Había cinco habitaciones, medio habitables solamente tres, un despacho no muy amplio y dos dormitorios pequeños. Las otras dos habitaciones eran trasteros. 
 
Recuerdo cuando la Madre Luisa con otra religiosa fueron a ver la casa. Les pareció un palacio. Yo pensé, esta mujer está ciega. El que estaba ciego era yo, porque a mí me faltaba lo que a aquellas religiosas les sobraba: Una fe capaz de hacer milagros. Porque se puede catalogar de milagroso la supervivencia de aquellas religiosas en aquella casita pequeña. ¿Cómo se acoplaron? No lo sé. 
 
Y comenzaron su labor. Se lanzaron a la calle. No daban abasto. El trabajo e era inmenso. Atendían primero a los más pobres y a los enfermos. Le hacían de todo. Limpiar la casa, hacerles la comida, asearlos, etc. 
 
No pasó mucho tiempo, cuando la madre Luisa me dice: "vamos a abrir una escuela”. Pero ¿dónde?, pregunté yo. Nos estrecharemos un poco, y una de las mejores habitaciones la dedicaremos a la escuela. 
 
La labor callada y sencilla, pero profunda, de estas religiosas, fueron calando poco a poco en aquellas pobres gentes, y fueron dando su resultado. 
 
No quiero pasar por alto las primeras Navidades. Para mí era una preocupación grande la vida de estas mujeres. Porque a mí no me pedían nada. Yo sabía que tenían que estar pasando necesidad. Cuando el día anterior a Navidad les pregunté qué tenían para esa noche, me contestaron que no tenían nada pero que el Señor tuvo menos. Gracias a unos feligreses se procuró que aquella noche cenaran, y comieran algo más en adelante.  
 
Recuerdo que un día se presenta la Madre Luisa en mi pequeño despacho-sacristía, y me dice: "Vengo a proponerle una cosa". Yo me eché a temblar, porque cada vez que me visitaba en el despacho era para proponerme una locura. Esta fue la más gorda. 
 
He pensado, me dice con tranquilidad, que podríamos hacer un gran colegio y una guardería. Yo la miré un rato, y con mucha seriedad, porque temía que me metiera en un lío tremendo. Le dije: Madre, usted no sabe lo que está proponiendo. ¿Cómo vamos nosotros a meternos en hacer un colegio, si apenas sacamos para vivir. Si hay meses que no podemos pagar la luz y el teléfono?. Pasaron unos días, y me dice: Sí podemos. Nosotras vamos a rezar, usted consiga el solar y un contratista que haga las obras”. La tremenda fe de aquellas religiosas me dio valor para lanzarme a aquella aventura.  
 
Tuvieron que rezar mucho, porque el Ayuntamiento nos regaló el solar, un contratista amigo mío empezó las obras. Yo le dije que no sabía cuándo se le iba a pagar. Pero las obras se empezaron y se terminaron. Fue un milagro, conseguido por la oración de aquellas monjas.  
 
Y se empezó la labor de la enseñanza, el trato con los padres de las alumnas, la guardería, el dispensario, etc.  
 
Cómo se financió aquello, yo no lo sé. Sólo puedo decir que ellas y la Congregación lo pasaron muy mal. Pero a ellas nunca les faltó la alegría para seguir trabajando en esa labor difícil, que suponía mucha entrega y mucho sacrificio. Y es que no podemos olvidar que las cosas de Dios exigen mucho sacrificio, mucha fe y mucha entrega. Y aquello era una gran obra de Dios.
José Mª García Barrios


A continuación voy a transcribir la narración que Hna. Luisa Guerrero hace de los primeros tiempos del Colegio. Ella y D. José Mª García Barrios fueron los artífices de esta Obra. Hna. Luisa vive en la actualidad en nuestra casa de Formación de Almería. Si queréis conocer algún otro detalle sobre la misma podéis contactar con ella en siervas@virgendebelen.e.telefonica.net

FUNDACIÓN DE LA CASA DE JAEN
 
 La Madre María Aznar, entonces Superiora general de la Congregación, deseaba abrir Casa en Jaén, y así se lo expuso al Sr. Obispo, D. Félix Romero Mengíbar, que conocía mucho nuestra Congregación por la Casa que teníamos en Torredelcampo.
A estos deseos de María Aznar correspondió el Sr. Obispo con sus propios deseos; sólo que habría que esperar hasta ver el modo con que él podía mantener una comunidad que, por dedicarse a los pobres, no percibía remuneración alguna.
La Madre le dijo que por eso no se preocupara que, de momento, se hacía cargo la Congregación hasta que nos fuéramos abriendo camino. El Sr. Obispo dio su consentimiento, y acordaron que nos estableciéramos en el bario de Santa isabel, que era muy pobre y con mucha necesidad de evangelización.
La Fundación se llevó a cabo el 6 de Abril de 1964, lunes de la semana “in albis”. Las cuatro hermanas que componían la comunidad se establecieron en la casa del Párroco, D. José Mª García Barrios que, por vivir en el barrio de Peñamefecit, no la necesitaba.
La casa estaba amueblada, por lo que sólo hubo que comprar lo justo para las cuatro de menaje y vajilla, una cama y un colchón. La habitación contigua a la Iglesia tenía una puerta por la que nos comunicábamos con la misma. No había Capilla, todos los rezos los hacíamos en la parroquia.
El barrio estaba falto de todo. Para cubrir nuestros gastos, la Madre mandó a Hna. Adelaida, superiora de la Guardería de Ciudad Real, que enviara a esta casa de Jaén 4.000 ptas. mensuales y un paquete de comestibles.
Desde el primer momento vimos que, además de las visitas a los pobres, había que atender a los niños que estaban en la calle por la falta de escuelas. Sólo había una Escuela Unitaria para niñas en el lugar donde hoy tenemos el Polideportivo, y otra para niños en el camino hacia Peñamefecit.
 Había junto a la casa un solar inmenso, propiedad del Ayuntamiento, y pensamos hacer gestiones para que nos lo cedieran, y construir en él unas escuelas. Se puso manos a la obra pero, entre tanto se conseguía lo que parecía un sueño: instalamos una clase para niñas de 4 años en adelante en la habitación colindante con la Parroquia. Para ello, compramos los pupitres que cabían –no me acuerdo cuántos-; sólo recuerdo que se compraron en Madrid, a “Escuela española”, y que D. José Mª García fue pagándolos poco a poco. Este fue el germen del Colegio Sagrado Corazón de Jesús.
 Volviendo al solar, se habló con el Sr. Alcalde, pero éste, después de examinar el expediente del solar, vio que no lo podía ceder ya que había sido comprado por el Ayuntamiento, y aún no llevaba 30 años en propiedad, requisito necesario para poder cederlo; al haberlo adquirido el municipio, no era una copia sino una donación.
Con esto se nos cerraba la primera puerta.
Pero el alcalde nos informó que, si el Ministerio de Gobernación daba permiso, él nos apoyaría, pero eso teníamos que gestionarlo nosotras.
La Superiora, ni corta ni perezosa, fue personalmente al Ministerio a exponer la necesidad del barrio, y nuestro empeño en solucionarla, no pidiendo para ello más que el solar; lo demás corría a nuestra cuenta. Después de varios viajes a Madrid, se consiguió la propiedad. Ya teníamos el solar, y ahora, ¿qué podemos hacer?
De acuerdo en todo con D. José Mª garcía, que fue un verdadero padre y cofundador de la casa, y que veía nuestros buenos deseos como una especie de locura a lo divino, lo primero que hicimos fue enterrar en el solar una estampa del Corazón de Jesús y otra de la Virgen, en la completa seguridad de que ellos saldrían en nuestra ayuda.
Por lo pronto, salió una Orden del Ministerio de Educación y Ciencia que prometía subvencionar con un 65% del importe de las obras de cualquier colegio o escuela que se construyera en barrios.
Ya teníamos la primera intervención del Corazón de Jesús. Pero la subvención no la abonaban hasta que el edificio no hubiera cubierto aguas. ¿Cómo empezar y llegar al “techo”?
D. José Mª habló con D. Manuel Millán –arquitecto del Ayuntamiento- que se comprometió, con un aparejador, a dirigir la obra sin cobrar nada. También habló con la Empresa constructora Ruiz Casas, que aceptaron cobrar la obra poco a poco, sin que mediaran letras, conforme pudiéramos.
La Superiora se dirigió entonces al Sr. Obispo, presidente de Cáritas, a solicitar un préstamo de 500.000 ptas, a lo que no podía negarse, ya que los seglares estaban dispuestos a ayudar, y el Ministerio a pagar el 65%.
Así se dio comienzo a la construcción del Colegio, en junio de 1964.Capilla provisional instalada en lo que hoy es la Biblioteca del Colegio.
A lo largo de ese semestre la constructora trabajó de prisa, y pudimos ver construída la planta baja y la 1ª. Se comunicó la casa del Párroco, donde residían las Hermanas, y pudieron trasladar la clase que acogía 20 ó 25 niñas.
En el resto de las aulas de la primera planta se habilitaron para Capilla provisional y dormitorio de las Hermanas, separadas en camarillas mediante cortinas. En la casa del Párroco, en la habitación que había servido de clase, se instaló un dispensario.
La Madre Mª Aznar nos urgía a tener Capilla propia, y el 11 de febrero de 1065 se inauguró una provisional en un aula (ahora Biblioteca), que quedó muy digna, con un altar de mármol gris y bancos de madera y hierro que nos fabricó Antonio Mozas Parras, en Torredelcampo.  
En estos meses de Abril a Diciembre de 1964 nos enteramos de que el Gobierno Civil estaba construyendo una Guardería Infantil; lo que aprovechó la M. María Aznar para solicitar la dirección al Sr. Zamorano –Secretario General del Instituto de Asistencia Social- con el que mantenía muy buenas relaciones debido a las varias Guarderías que ya llevaba la Congregación. En efecto, nos fue adjudicada, y el 5 de enero de 1965 fue inaugurada por Dña Carmen Polo de Franco. Para esta ocasión ya había aumentado la comunidad; una misma Superiora atendería las dos casas. Las hermanas que atendían la Guardería se marchaban después del desayuno, y volvían para las 6 de la tarde. Atendían a 100 niños
Esta Guardería fue un respiro para la comunidad, tanto en lo económico como en una atención más completa a los niños. La casa de Santa Isabel no podía ayudar materialmente a los pobres, que eran muchos; y la Guardería estaba abierta a los dos barrios, Peñamefecit  y Santa Isabel. Los sueldos de las hermanas de la Guardería era entregado al constructor, así como la subvención del Estado.
Así transcurrió el año 1966, hasta septiembre, en que fue trasladada la Superiora a Almería.
Hubo una transición, llena de dificultades, que hicieron que se detuvieran las obras.
En 1967 fue nombrada superiora de Santa Isabel y Peñamefecit la Hna Mercedes Cobaleda, que venía de Granada. Ella decidió que continuara las obras un constructor que ella conocía, por haber hecho la casa de Granada. Construyeron lo que faltaba a la casa: la vivienda de las religiosas, la Capilla definitiva, un Salón para clase de Corte y Confección y un Dispensario. Estos dos últimos se instalaron en el sótano.
En septiembre de 1969 llegó como superiora a la casa la Hna. Luisa Guerrero con el encargo de crear un Patronato en la casa de Santa Isabel, a la que ya habían trasladado con este fín a la Hna. Concepción Segovia, maestra, que procedía de Zaragoza.
Fachada del Colegio, recién terminada su construcción. Puede observarse a la derecha la casita del Párroco, primera vivienda de las religiosas.En este momento la casa de santa Isabel tenía sólo 11.000 ptas. de ingresos de lo que aportaban las alumnas, todas muy necesitadas. Hay que anotar que las mesas de las clases, hechas de hierro y formica, se fabricaron en la SAFA de Ubeda. Todo se hizo con escasos recursos económicos, y pagando a plazos todo el material.
El Consejo General veía la necesidad de separar la Guardería de la casa de Santa Isabel. Aun funcionando el Patronato, contábamos con sólo dos sueldos de hermanas; insuficiente para cubrir los gastos del Colegio  y la Comunidad. Por ello, siguiendo los Consejos de D. Cristóbal Guerrero, Director Provincial del P.P.O. (Promoción Profesional Obrera), se abrió un Centro en nuestra casa, con el reconocimiento de cinco especialidades: Cocina, Corte y Confección, Muñequería, Tricotosa y Enseñanza del Hogar.
Hubo que trasladar a Hna. Concepción Segovia de nuevo a Zaragoza, donde tenía ella la propiedad de la escuela. En su puesto llegó la Hna. Inmaculada Sánchez, en enero de 1970. En septiembre del mismo año se contrató a las Maestras Mª Rosa Rico y Concepción Ramos, y dio comienzo formal el Patronato en el curso 1970-71.
En marzo de 1971 se dio comienzo a los cursos de Cocina, Corte y Confección y Tricotosa. Se organizó un taller, en régimen de cooperativa, para lo que se había llegado a un acuerdo con algunos comercios.
Los ingresos proporcionados por los Cursos de P.P.O. fueron de una gran ayuda para terminar el pago de la construcción del Colegio. Pero fueron aun más importantes para acercar al Colegio a una gran cantidad de mujeres del barrio y ayudarles a aprender un oficio y a superarse social y económicamente. Ellas y sus hijas y hermanas fueron los primeros corazones en los que pudimos sembrar la semilla del Evangelio, que es el primordial objetivo de nuestra presencia en Santa Isabel.
Hna. Luisa Guerrero Martín

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